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miércoles, 2 de septiembre de 2009

LAST OF THE SUMMER WINE


Este ha sido un verano rarito para mí. No me he ido a ninguna parte, he estado sin ordenador propio y rumiando, o así me digo, un par de decisiones importantes que debo tomar y que sigo sin tener claras.

No sé si echarle la culpa al calor, a mi estado de ánimo o al alcalde, pero lo cierto es que ni ganas de asomarme al exterior he tenido - te arriesgabas a quedarte pegada de la cantidad de mierda (con perdón)que acumulaban las aceras - por no hablar de las arcadas que me producen los aromas a fluidos corporales que inundan este barrio en verano.

Aproveché, eso sí, la hora de la siesta para leer todo lo que tenía pendiente y por las noches me metía una panzada de blogs en un ordenador prestado.
No exagero si digo que entre todos me alegrásteis estos meses, arrancándome unas risas a las tantas de la madrugada. Gracias.

Maica consiguió que volviera a probar la cerveza (sumada al vino, vermú, y dry martini creo que mi lista de brebajes alcohólicos favoritos va peligrosamente en aumento). Hoy en su magnífico post sobre los emoticons, me entero, por fin (soy dura de sesera)de que hay que leerlos de lado!!!! Juro que nunca me había dado cuenta. He vuelto a mirar los que se dedican molano y maikix entre sí y he llorado de risa.

Leyendo un post de Hester, en el que hablaba de los productos de la huerta y daba la receta de una mermelada de tomate exquisita (doy fe), pensé que lo que hace con los tomates (convertirlos en conserva o mermelada) es embotellar el verano.

(Como en Dandelion Wine, de Ray Bradbury. Cada día, el abuelo de Douglas llenaba una botella con vino de diente de león y la etiquetaba con la fecha. Así, al llegar el final del verano, en las estanterías del sótano había noventa botellas de vino dorado como el sol del verano.
Cada botella que se descorchara llegado el otoño o el invierno, llevaría dentro el recuerdo de lo que sucedió en aquel día de verano en que se embotelló.)

Con Farala (y repuesta de las carcajadas que inevitablemente me provoca) he ido a parar a Nápoles, donde estuvo a punto de hacer realidad aquello de "see Naples and die..." Sigo pensando en la interesante teoría que describe con el acrónimo EMI.

Mira que mi querido Molano me hizo reir con sus historias y cuidaditos sobre los peligros del verano y el amor, y luego va el muy incauto e intenta seducir a alguien en un merendero. ¡Pero si eres un urbanita de pro! Ya lo dijo Oscar Wilde: Nature has good intentions, of course, but, as Aristotle once said, she cannot carry them out.

Con Candela hice el viaje de mis sueños y me llevé la sorpresa agradable del verano: descubrir otro blog donde poder asomarme a los recuerdos de su infancia.

Me gusta que Ave vuelva a colgar sus magníficas fotografías, y maslama siga andando con las gatas por los tejados de Madrid.

También descubrí nuevos blogs que me han gustado mucho, el de José Ángel Hidalgo o Capric'estfini, al que llegué desde el blog de manolo.

Y así, como diría Sabina, el verano acabó, y el otoño durará lo que tarde en llegar el invierno...
O como dice R.Bradbury en uno de los cuatro o cinco libros con los que quiero que me entierren (que espero sea dentro de muchísimo tiempo):

."Everything runs backwards now. Like matinee films sometimes, where people jump out of the water on to diving boards. Come September, you push down the windows you pushed up, take off the sneakers you put on, pull on the hard shoes you threw away last June. People run in the house now like birds jumping back inside clocks. One minute, porches loaded, everyone grabbing thirty to a dozen. Next minute, doors slam, talk stops and leaves fall off trees like crazy."
Dandelion Wine, Ray Bradbury

viernes, 10 de julio de 2009

A SUMMER DRESS



Lo compré para una de mis hijas pero no le gustó y me lo quedé yo.

Me llegaba a media pierna, con botones en el frente, de arriba a abajo, y dos tiritas detrás que servían para ceñirlo al cuerpo(siendo poco aficionada a los lazos, las anudé el primer día que me lo puse y así se quedaron para siempre).

De línea evasée, tenía dos cortes a los lados. Fresquito y cómodo, perfecto para llevar en casa. Se convirtió en mi uniforme, me lo ponía en junio y no me lo quitaba hasta septiembre.

Me lo calzaba por arriba sin necesidad de desabrocharlo. Lo usaba para trabajar en la huerta y para regar el jardín y para pasear por el campo.

Lo lavaba por la noche y me lo volvía a poner por la mañana. Se secaba volando y como no se arrugaba, no hacía falta plancharlo.

Acabó cogiendo la forma de mi cuerpo. Como una segunda piel.

Cuando me trasladaba de casa en casa, siempre aparecía enrollado en el fondo de alguna maleta, recuerdo de días de sol y pies descalzos.

Con los años perdió el color, tenía un par de agujeros (ay, los cigarrillos), algún que otro enganche producido por una rama ... y al final acabé tirándolo para no caer en la tentación de volver a ponérmelo.

Luego vinieron otros, pero ninguno llegó a impregnarse de veranos como aquel.

The Plaid Dress
by Edna St. Vincent Millay

Strong sun, that bleach
The curtains of my room, can you not render
Colourless this dress I wear?—
This violent plaid
Of purple angers and red shames; the yellow stripe
Of thin but valid treacheries; the flashy green of kind deeds done
Through indolence high judgments given here in haste;
The recurring checker of the serious breach of taste?

No more uncoloured than unmade,
I fear, can be this garment that I may not doff;
Confession does not strip it off,
To send me homeward eased and bare;

All through the formal, unoffending evening, under the clean
Bright hair,
Lining the subtle gown. . .it is not seen,
But it is there.






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martes, 23 de junio de 2009

MAD DOGS AND ENGLISHMEN GO OUT IN THE MIDDAY SUN





Summer afternoon - summer afternoon; to me those have always been the two most beautiful words in the English language

Henry James


Me encanta el verano. Me gusta el calor.

Como mi situación económica se ha deteriorado mucho desde hace un tiempo (y aún más desde que tengo mi propia empresa) ya no puedo permitirme el lujo de planificar unas vacaciones.
De todas formas, a no ser que pudiera irme a las Antillas, prefiero viajar en otras épocas del año.

Será un topicazo pero es verdad: Madrid en verano es una delicia.

Desde hace unos años, se han vuelto a poner de moda los cines al aire libre.
El Doré tiene una terraza maravillosa, con barra y todo, en la que
se entremezclan la luz de la pantalla y la luz de la luna, creando la atmósfera perfecta para adentrarse un par de horas en otros mundos.

El verano pasado ví un ciclo de películas de la etapa mexicana de Buñuel. Mientras en la película le daban a elegir al personaje si quería morir de un tiro o ir exilado de por vida a una isla, yo miraba de reojo las estrellas que se reflejaban en las burbujas de mi gin-tonic.

Esta tarde me sentaré a leer en una terraza de Lavapiés o le pediré a algún vecino senegalés que me cuente cosas sobre Dakar.

Es que hay muchas formas de viajar y quien no se consuela es porque no quiere.

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