El tema de la violencia machista es de tal envergadura que cuesta encontrar palabras.
Mientras los medios reflejan con gran dramatismo cada caso de violencia que acaba en asesinato, en la calle seguimos sin denunciar los casos de maltrato que conocemos o presenciamos. Vecinos, amigos y familiares preferimos ir con anteojeras antes que meternos en conflictos "que pertenecen a la intimidad" de las parejas.
No deja de ser una guerra por el poder. La mujer ha avanzado a pasos agigantados, ocupando espacios que el hombre se niega a compartir. Y así como en el ámbito público o social no le ha quedado más remedio que ceder (aunque no más sea parcialmente); Ah, en el ámbito privado es otro cantar...
También nosotras, muchas veces confundiendo las churras con las merinas adoptamos actitudes tradicionalmente masculinas haciéndonos un flaco favor en lo que a la igualdad y al respeto concierne.
Gran parte de la responsabilidad recae sobre madres y padres que al parecer somos incapaces de educar a nuestros hijos en el respeto y la igualdad, contribuyendo, muchas veces, a la perpetuación de roles y modelos sexistas, machistas y trasnochados.
miércoles, 26 de noviembre de 2008
LA MATÉ PORQUE ERA MÍA
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Hola, Patsy.
¡Cuánta razón tienes!
El domingo pasado, sin ir más lejos, me discutí con mi madre porque sigue los patrones machistas, pero como el perro del hortelano, ni come ni deja comer: por un lado me insiste en que "yo" he de educar a mis hijos (varones) en la igualdad, y en cambio, no les permite hacer nada, antes de que se levanten a recoger la mesa, lo hace ella.
En fin, es una larga y ardua tarea, la nuestra.
Un beso.
Publicar un comentario