Image by Word Freak via FlickrEn este viernes negro en que el euro anda por los suelos, la bolsa sigue en caída libre y el paro va en aumento, ¡qué alimento para el espíritu me han proporcionado los discursos de mi querida Margaret Atwood y del maravilloso Tzvetan Todorov!
El razonamiento de Margaret Atwood acerca de cómo en un mundo cada vez más especializado, son las creaciones artísticas las que se vuelven indispensables como vehículo de una visión más global del mundo me parece acertadísimo. Su defensa de la creación artística es paralela a su defensa de la mujer. Que las cosas son únicamente después de haberlas imaginado y pensado y son susceptibles de derrumbarse en cuanto dejamos de creer en ellas - aplicable a la banca y a los gobiernos, que debemos re-imaginarnos a nosotros mismos y a la relación que tenemos con el planeta en el que vivimos...
Canadá, país próspero, hermético y tan diferente a los EEUU (como también recalcó M.Atwood) es cuna de muchas escritoras maravillosas. Su visión particular del mundo, la naturaleza siempre omnipresente, las mujeres de vuelta ya de muchas cosas que por estas latitudes todavía cuestionamos, su "grassroot perception" de la vida, son sólo algunos de los elementos que las distinguen del resto de las escritoras anglosajonas.
Y el discurso que para mí se lleva el PREMIO con mayúsculas: el de Tzvetan Todorov, discurso del que reproduzco a continuación unos párrafos y que podéis leer en su totalidad en El País
Todos los países establecen diferencias entre sus ciudadanos y aquellos que no lo son, es decir, justamente, los extranjeros. No gozan de los mismos derechos, ni tienen los mismos deberes. Los extranjeros tienen el deber de someterse a las leyes del país en el que viven, aunque no participen en la gestión del mismo. Las leyes, por otra parte, no lo dicen todo: en el marco que definen, caben los miles de actos y gestos cotidianos que determinan el sabor que va a tener la existencia. Los habitantes de un país siempre tratarán a sus allegados con más atención y amor que a los desconocidos. Sin embargo, estos no dejan de ser hombres y
mujeres como los demás. Les alientan las mismas ambiciones y padecen las mismas carencias; sólo que, en mayor medida que los primeros, son presa del desamparo y nos lanzan llamadas de auxilio. Esto nos atañe a todos, porque el extranjero no sólo es el otro, nosotros mismos lo fuimos o lo seremos, ayer o mañana, al albur de un destino incierto: cada uno de nosotros es un extranjero en potencia.
Por cómo percibimos y acogemos a los otros, a los diferentes, se puede medir nuestro grado de barbarie o de civilización.
¡Chapeau! Estoy a punto de imprimir el discurso completo y pegarlo por toda la ciudad - with love from Lavapiés.
P.D.¡Qué alegría me ha dado ver tan restablecido a Eduard Punset! (por cierto espero que no sea cierto un rumor que circula acerca de la desaparición del programa REDES)
5 comentarios:
Maravillosa ceremonia y magníficos y geniales premiados. Fue increible. Francisca
Completamente de acuerdo con lo que dices. Desde un corazón similar al tuyo,
un beso.
No pude ver la ceremonia pero he leido el discurso de Atwood y me ha encantado. Ni no lo has leido ya, te recomiendo "Negotiating with the Dead".
Muchas gracias, Maikix. La verdad es que omití hacer referencia al discurso de I.Betancourt adrede (discurso tan bien escrito e hilado que me pregunto quién tiene detrás que se los escribe)porque ya imaginaba que la prensa, TV, etc., se centrarían en ese discurso hasta el aburrimiento.
Me conmovió más Todorov. Un beso.
María, la ceremonia fue una maravilla y se me hizo cortísima. No sé si me paso de lista, pero me llamó la atención que durante el discurso de Atwood pareciese mucho más atento e interesado el Príncipe que Leticia - no sé...
No he leído aún Negotiating with the Dead pero lo haré en cuanto pueda.
Beso.
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