jueves, 16 de abril de 2009

MADAME LA PORTERA


Foto: "La concierge aux lunettes rue Jacob" de Robert Doisneau

En el edificio en que vivíamos anteriormente trabaja una portera que es uno de esos personajes que con un poco de suerte, el portero eléctrico acabará desterrando de la faz de la tierra.

Lleva en la portería de la casa muchos años, y es una mujer cincuentona de aspecto francés y trato agradable, que consiguió, de tan amable que era, convertir las entradas y salidas del edificio en una auténtica tortura.

Conocía, como cualquier portera que se precie, vida y milagro de toda la vecindad. Hacía de espía del propietario y tenía llaves de todos los pisos alquilados, de los cuales entraba y salía como Pedro por su casa.

No era posible pasar por delante de la garita con un simple "Buenos días" - siempre había algún sobre que no cabía en el buzón, algún problema en el edificio que debía comentar, o peor aún, alguna braga o calcetín que se había caído del tendedero al patio cuyo dueño tenía que identificar. Y si no había nada, se inventaba algo al tiempo que te cogía de la manga, cerrándote el paso con la fregona e impidiéndote la huida.

Tenía buen oído y sabía distinguir por el sonido del ascensor, de qué piso era el vecino que bajaba, preparándose así para interceptarlo con algo oportuno.

Se tomaba sus funciones muy en serio, y tenía impresos unos carteles que colgaba en el cristal de la puerta de la garita cuando tenía que salir. Estos carteles, escritos en tercera persona, contenían información que acabaría resultándonos muy útil.

A primeros de mes:

LA PORTERA ESTÁ EN EL BANCO
(sabías que podías entrar y salir tranquila porque se tiraba allí toda la mañana)

ocasionalmente:

LA PORTERA ESTÁ EN EL MÉDICO
(ídem)

a primera hora de la mañana:

LA PORTERA ESTÁ EN LA ESCALERA
(aquí tenías que tener cuidado, salir de puntillas y rogar que no estuviera limpiando la segunda o tercera planta, porque si te oía bajar, no sé cómo lo hacía, pero llegaba a la planta baja antes que el ascensor y te abría la puerta)

alguna tarde:

LA PORTERA ESTÁ EN EL DENTISTA
(lo cual era bueno porque luego no podía pronunciar palabra)

LA PORTERA VUELVE ENSEGUIDA
(¡y tan enseguida que tenías que correr si querías volver a entrar antes de que regresara! )

Los sábados y domingos, en que libraba:
LA PORTERA ESTÁ EN SU CASA
(pero con la antena puesta,porque en cuanto abrías o cerrabas el ascensor, asomaba)

y el mejor de todos:
LA PORTERA NO ESTÁ - así, sin más
(esto te daba una falsa sensación de seguridad, porque en realidad tenía el don de la ubicuidad y como sacaba al perro, o iba a hacer la compra o a pasear - todo ello dos manzanas arriba, dos manzanas abajo, te la podías tropezar en cualquier esquina).

Lo peor era cuando tenías que salir y ella acababa de sacar la basura. Como bajaba los cubos en el ascensor, dejando detrás un pestazo importante, no permitía que subieras hasta haber rociado el ascensor de arriba abajo con un spray - luego, una vez dentro y sin escapatoria posible, te rociaba a tí también, para que llegaras bien perfumadita a casa.

Llegó un momento en que no bajaba a la calle si no era estrictamente necesario. Y aún hoy, cuando voy por la zona a visitar a mi madre, no falla - rara es la vez que no me pilla en cuanto doy la vuelta a la esquina. Me estampa dos besos e intenta dirigirme hacia su garita - pero ya no le valen los trucos del perfume o el calcetín y ahora echo a correr como una posesa y me meto en el primer bar que veo hasta que se la traga el portal.

¡Impagable lo de vivir a ras de calle, sin portera ni perro que me ladre!

7 comentarios:

Francisca dijo...

¡Ay Patsy, que yo tengo portero! Es un remanente de aquellos porteros que aparecen en las películas del realismo, un "inutil de guerra", con problema en un brazo (en ocasiones) por lo que hay multitud de faenas que no puede realizar. Creo que su ocupación es estar en su cubículo tragando tele todas las horas del día; a veces sale cuando averigua,no se cómo, que no llevas ningún bulto que requiera su ayuda y, entonces te informa ampliamente del tiempo que hará en los próximos días. Tu portera, realmente me recuerda a la que había en la casa parisina del barrio de Tracadero dond viví a finales de los 60s. Es total. Supongo que estamos asitiendo a´l final de toda una "raza". Un beso. Francisca

farala dijo...

jajajaja!! me ha encantado... (lo del don de la ubicuidad, qué cierto y qué miedo!!)

Me ha hecho recordar una portera en casa de mi madre que se llamaba rufina y que le gustaba manolo escobar (a mi madre le admitió "que como hombre además de como cantante" jajajaja!!) y los cimientos del edificio temblaron toda mi infancia al son del carro y los toros y la minifalda, y la madrecitamariadelcarmen...

estoy de acuerdo con francisca en eso de que es una especie en extinción...

PATSY SCOTT dijo...

Francisca, el de tu edificio está convencido de que es un crack juzgando a la gente - a mí me mandó sin que mediara palabra por mi parte,directamente al piso de arriba (ONG) seguramente porque llevaba puesto el pañuelo palestino.

Farala, es que resistirse a los encantos de Manolo, con ese salero y ese jopo... La verdad es que las letras leídas en plan serio (como Peter Sellers leyendo "She loves you, yeah, yeah, yeah") dan para un estudio sociológico.

Me gusta la imagen de las canciones

maikix dijo...

¡Qué bueno!
Yo tengo portero, pero es un "chaval" (más de 30, tiene) joven al que le viene de casta (su padre ya fue el portero de la finca), cual serie de "Arriba y abajo" se tratase, y si es cotilla o sabe mucho de mí, como soy yo la que no me entero de nada...

barnett dijo...

Genial Patsy. ¿Conoceis esa canción de excursionistas "La portera de mi casa se purga con clorato de potasa, en cambio la de enfrente se purga con clorato efervescente ..." y no me acuerdo de más y además es una tontería.
Bueno,a lo que iba. Tuve el honor de conocer a tu portera y en un par de ocasiones intentó liar la hebra conmigo, pero debió notar enseguida que soy persona de pocas palabras y pronto desistió.
Con mi portera me pasa lo mismo. Afortunadamente, ya ni me habla.
El cartelito que ella pone, que ya se cae a trozos, dice: ESTOY EN LA ESCALERA. Y debe ser en la escalera del portal de al lado porque yo nunca la veo en la de mi casa.

Isabel dijo...

No sabes como te comprendo, yo sufrí durante años a una portera, portera, de las de verdad, hasta el punto, que los dias que venía de juerga y al dia siguiente no me acordaba muy bien a que hora llegué, sólo tenía que preguntarle a ella, y me daba pelos y señales. Afortunadamente, hoy en dia, tenemos portero electrónico. Un beso

PATSY SCOTT dijo...

María, aquí va la versión que cantaba mi socio de pequeño: "La portera de mi casa se lavaba las narices con potasa, la portera de allí enfrente, se lavaba la nariz con aguardiente. Lo que demuestra que no hay dos porteras que se laven la nariz de igual manera."
Maica, el tuyo es de nueva generación - igual tiene instalada una webcam...
Isabel, me has recordado al portero de mi casa cuando era jovencita, que un día al salir al encuentro de un amigo me dijo "Qué? Cambiando de novio otra vez, eh?"
La verdad es que da para un libro - raro que no se le ocurriera en su día a Luis Carandell.

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